
Tengo la suerte de conocer a la inmensa mayoría de los compañeros que hoy nos han acompañado, y a simple vista, el 50% de ellos están -estamos, un servidor está desempleado desde el 1 de febrero- en el paro. Si ello no es motivo suficiente para protestar, que baje Dios y lo vea.
Había otras muchas razones para acudir a la concentración de hoy, como la precariedad laboral que padecen la mayor parte de los que aún -y encima que den gracias- conservan su puesto de trabajo. También denunciar las presiones que padecemos los periodistas desde ciertos poderes fácticos, o la pésima gestión que se está realizando en la mayoría de empresas periodísticas. Esperemos que, además de salvaguardar nuestro derecho a pataleo con esta concentración, tomen nota aquellos a quienes corresponde arreglar la dramática situación del Periodismo y los periodistas.
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